Tanto si vamos a vivir en un piso de alquiler siendo inquilinos como si ponemos nuestra vivienda en alquiler como propietarios, hay una serie de trámites y obligaciones que tenemos que seguir. Uno de los requisitos imprescindibles a los cuales se tiene que hacer frente cuando se alquila un inmueble es hacer efectiva una fianza. Ahora bien, ¿qué es y para qué sirve esta fianza?, ¿Cuál es su importe?, ¿Es lo mismo una fianza que un depósito?, ¿En manos de quienes queda?, ¿Qué se tiene que hacer para recuperarla? Aquí te lo explicamos.
1. Qué es y para qué sirve la fianza
La fianza es un depósito que el inquilino de una vivienda tiene que abonar obligatoriamente en el momento en que se formaliza el contrato de alquiler. Su función es asegurar al propietario del inmueble que el locatario cumplirá con el contrato de arrendamiento.
2. Cuál es la cantidad de la fianza
La Ley de Arrendamientos Urbanos (LAU) determina que el importe de la fianza equivale a una mensualidad de la renta fijada en el contrato, es decir, un mes de alquiler. Según la LAU, la fianza no se puede actualizar durante los cinco primeros años de alquiler. Pasado este periodo, si se actualiza la renta, el propietario también puede exigir la actualización de la fianza.
Aun así, hay propietarios que consideran que un mes es una cantidad insuficiente ante cualquier problema de impago u otros que puedan surgir, y pueden pedir como máximo dos mensualidades más o bien una “garantía adicional” o depósito.
3. En manos de quienes queda la fianza
La fianza no va a manos del propietario de la vivienda, sino que se registra y deposita en el organismo oficial competente, que, en el caso de Cataluña, es el Instituto Catalán del Suelo (INCASOL). El plazo para depositar la fianza es de dos meses a partir de la fecha de la firma del contrato de alquiler, y es obligatorio hacerlo. En caso contrario, el INCASOL puede sancionar al propietario y, por su parte, el inquilino no puede desgravarse el alquiler de la Declaración de la Renta.
4. Qué diferencia hay entre la fianza y el depósito
A pesar de que son conceptos parecidos, no son exactamente iguales. La fianza es un requerimiento legal obligatorio, y el depósito se abona solo si el propietario lo considera necesario. Por disposición legal, la fianza es el importe de una mensualidad; el depósito es una cantidad pactada entre las dos partes y especificada en el contrato de alquiler. Por otro lado, la fianza se deposita en un organismo legal, como hemos mencionado en su punto anterior, mientras que el depósito va directamente a manos del propietario.
5. Qué se tiene que hacer para recuperar la fianza
Para que el locatario recupere su fianza cuando quiere dejar la vivienda, tiene que haber cumplido tres requisitos:
- Avisar al propietario con antelación de la decisión de abandonar el inmueble.
- Devolver la vivienda sin desperfectos.
- No tener deudas ni pagos pendientes de ninguna mensualidad ni de los suministros.
El propietario tiene que acreditar que el locatario ha renunciado en el contrato y ha hecho entrega de las llaves, y tiene que pedir a INCASOL el reembolso de la fianza, contando un mes desde la finalización del contrato y entrega de las llaves para devolver la fianza al locatario. A menudo, este organismo demora más, por lo cual es importante que el propietario tenga disponible un fondo para devolver la fianza, puesto que una vez pasa esta fecha, el saldo acumulará intereses legales que el inquilino puede reclamar.
Por otro lado, si durante este plazo, el propietario encuentra alguna incidencia en el inmueble, puede descontar la parte proporcional de la fianza (y del depósito, si es el caso, según esté estipulado en el contrato) para repararla.
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